Cuando este malestar aumenta, las personas tenemos la tendencia a bloquearnos y a la falta de respuestas adecuadas a nuestros problemas personales. Es entonces cuando nuestra sensación de frustración se acentúa y nuestro estado de ánimo se ve alterado por tales circunstancias.
Por otra parte, en otras ocasiones, las pérdidas afectivas y los cambios que experimentamos en cada ciclo vital, puede que se añadan a lo anterior o que por sí mismas generen dificultades importantes para la persona.
Al igual que dependerá de las estrategias de afrontamiento que dispongamos para hacer frente a los problemas cotidianos.
Todo ello, puede hacernos sentir la necesidad de buscar ayuda profesional para poder afrontar con éxito esta etapa complicada.