Si has tomado la decisión de llevar a tu hijo/a al psicólogo porque consideras que lo necesita o por recomendación del colegio o del pediatra puede que no sepas cómo explicárselo o qué decirle. Es natural que te sientas nervioso/a y no sepas cómo o qué información dar pero lo esencial es ser sincero/a y honesto/a.
En este artículo te mostraremos algunas consideraciones para que ese momento sea lo más cómodo posible para ambos/as.

- Elegir el momento adecuado para hablar.
Debemos elegir un momento donde nuestro hijo/a esté en calma, que no se sienta cansado/a ni hayamos tenido algún conflicto en casa. Debemos disponer de tiempo para poder explicárselo y si tiene dudas podamos responder a sus preguntas. Si hablamos con él/ella antes de entrar al colegio, tenemos un tiempo limitado y podemos no ofrecer toda la información. Al igual que si se lo decimos en mitad de un conflicto, no nos podrá escuchar ni entenderá lo que queremos decir.
- Explicar aquello que nos preocupa.
Lo habitual es que el motivo de consulta, es decir, aquello que nos lleva al psicólogo sea algo que hablamos con nuestro hijo/a o que en el colegio nos hayan comentado y por tanto hayamos hablado del tema antes. Pero en ocasiones, nos da miedo tocar ciertos temas con ellos/as y puede que no se haya hablado nunca de ello. En este caso, debemos decir la verdad y explicar las dificultades que tenemos.
Por ejemplo: “Cariño, últimamente estás teniendo muchas pesadillas”, “Vemos que estás muy nervioso antes de ir a clase”… Cómo en casa no sabemos cómo ayudarte vamos a buscar a alguien que nos ayude.
- Explícale que hace un/a psicólogo/a.

Actualmente, es muy probable que tu hijo/a sepa lo que es un psicólogo porque o bien lo hayan visto en el colegio o porque alguno de sus amigos/as va a terapia. Si nunca ha oído hablar de ello, debemos explicárselo utilizando un lenguaje acorde a su edad y su nivel de comprensión. Por ejemplo explicando que los psicólogos son personas que nos ayudan a sentirnos mejor, a expresar nuestros sentimientos, a superar miedos…son expertos/as en emociones y miedos. Los niños y niñas suelen saber mucho de miedos y esto hace que lo entiendan perfectamente.
Puede que una vez se lo hayamos explicado nos haga preguntas que no sepamos responder, aquí es muy importante ser honestos/as, no sabemos la respuesta pero podemos preguntárselo a nuestro/a psicólogo/a.
Si ya hemos tenido una cita con el/la psicólogo/a podemos explicarle a nuestro/a hijo/a cómo es, dónde tenemos que ir, cómo es la consulta…Incluso podemos entrar en la web y mostrarle una foto de su psicólogo/a para que tenga más información. Es importante que les transmitamos confianza y seguridad.
- La terapia no es solo para ti.
Cuando un niño, niña o adolescente acude a consulta la terapia no es solo para ellos/as. Siempre debemos trabajar con la familia y en ocasiones con el colegio. Esto es importante que lo sepan. Explicarles que necesitamos que nos ayuden a todos/as para poder encontrar soluciones a nuestro malestar actual y entre todos/as podremos mejorar la situación.
La implicación de la familia en el proceso terapéutico es vital para el buen funcionamiento del mismo. Por eso debemos trasladarle el mensaje, estamos todos/as juntos/as en esto.

- No es un castigo.
Unido al punto anterior, cuando el motivo de consulta es académico o por comportamientos inadecuados en casa, debemos dejar muy claro que no se trata de un castigo, muchas veces los niños/as o adolescentes acuden a consulta enfadados porque no les han explicado a qué vienen pero como se portan mal o no les va bien en clase , lo sienten como un castigo. Detrás de un mal comportamiento siempre hay un niño/a o adolescente que sufre, por ello hay que plantearles la terapia como lo que es, un recurso para aliviar el sufrimiento, no solo suyo de toda la familia.
- Elegir día y horas adecuadas.
Este punto puede parecer superficial pero es fundamental para que el niño/a o adolescente se sienta cómodo en terapia. No podemos quitarle actividades que le gusten mucho por venir al psicólogo/a. Ni sacarle de planes muy divertidos el rato de la terapia y luego volver. Su actitud no va a ser buena como es lógico. Si le encanta bailar y lo hace los miércoles pero le quitamos esa actividad para acudir a terapia, su implicación va a ser nula además de que lo verá como una obligación.